domingo, 13 de enero de 2008

Qué bueno sería



Estoy en un lugar donde no hay aire, oscuro y hermético, acostado y no puedo moverme, apenas cabe mi cuerpo. Una luz cegadora y de repente, me traslado a un patio grande con una mesa larga y sucia y hay varios a mi alrededor parecidos a mí, casi no nos hablamos. Tengo el pelo blanco y muchas arrugas. Me encuentro en una especie de extraña silla con ruedas. Este nuevo lugar es mucho mejor, pero sigo hablando poco, en la casa apenas me hablan pero la comida es más sustanciosa. El que vive aquí y otros que me vienen a ver, me dicen papá y los más pequeños, abuelo. Ya no tengo aquella silla y una mujer duerme conmigo, a veces de noche me acaricia el pelo y eso me reconforta, estamos solos en la casa y leo el diario. Me gusta cuando me dice viejito. Estoy haciendo cola y cuando llego a la ventanilla me dan unos pesos, la mujer parece contenta y me saca el dinero cuando regreso a la casa. Tengo el pelo negro y trabajo en un banco, los domingos veo a esos que me llaman papá, mis imágenes se van aclarando y comienzo a comprender más cosas. Los domingos salgo a correr por el barrio y en la semana a veces me canso mucho, la mujer me acaricia otras partes y yo también la acaricio, tengo sensaciones muy placenteras cuando esto sucede. La mujer habla mucho, ahora insiste con una fiesta en la que debo vestirme de etiqueta, todos están muy excitados. Conozco a mis padres, me tratan dulcemente, voy a un lugar donde encuentro muchas chicas y soy muy enamoradizo. Leo muchos libros que me nutren, en vez de pedirme dinero me lo dan. Soy un rey. Mi imagen se ha modificado, mis piernas funcionan, la casa está siempre muy limpia, a veces mi mamá protesta porque dejo desordenado, pero ella arregla mis bochornos. Llego tarde y tengo siempre comida lista. En las tarde estoy con mis primos con quienes me divierto, una señorita llamada Claudia vestida de blanco me enseña infinidad de cosas. Todos estamos vestidos de blanco. Dejé de caminar pero no me importa, ya no hablo pero entiendo todo lo que me dicen, uso unas telas que impiden que viva mojado, similares a las de hace muchos años, pero estas no molestan, apenas se ensucian me las cambian. Mi papá me revolea por el aire y me ataja, lo que me divierte infinitamente. Dejé de ver al hombre pero la mujer es todo mi mundo, vive pendiente de mí, tomo de su cuerpo un líquido blanco exquisito, me aferro a ella y me siento pleno. Estoy en una habitación blanca, me palmean las nalgas y comienzo a llorar, me siento agotado y desconcertado, una mujer llora y me colocan en sus brazos, los cuales me amparan y sostienen. Voy por un túnel oscuro y arribo a un mar delicioso donde no necesito hacer ningún esfuerzo para respirar ni alimentarme. Estoy flotando, me vuelvo cada vez más pequeñito y…
Dejo de ser.
Lili Frezza

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