domingo, 28 de octubre de 2007

Sustitución

Mágicamente nos nació la idea de esa peligrosa y apasionante escapada. Sonreímos los tres de manera cómplice y decidimos que yo iría con él. Vestida con mis mejores galas fui a su encuentro. Rosalía, con su analítica mirada sólo me sugirió que cambiara el bolso y llevara el de ella, ya que no combinaba con mis zapatos. Accedí, guardando en él únicamente mis ansias de aventura dormidas durante tanto tiempo.


Con esa sonrisa de niños sorprendidos en falta comenzó nuestra noche. Tal vez la asignatura pendiente de alguna rata al colegio.


Rosalía y yo tenemos el mismo porte, el pelo negro siempre revuelto y ojitos claros siempre encendidos, por si acaso. Dos mujeres que no supieron dejar en el tiempo a las adolescentes que una vez fueron.


Yo llevo quince tediosos años de matrimonio, ella está sola y estamos casadas por la más sincera amistad.


Yo cumplía un sueño, esos raros sueños que a veces no se cristalizan jamás, pero esa vez, sin previo aviso golpeó a mi puerta, diciendo:” hoy te complazco, úsame”.


Me cité con mi amor furtivo, ese amor castigado pero el más extraño y excitante de todos. Partimos sin rumbo fijo, gozando nada más que por el inicio, la gestación de nuestro camino. De una fantasía deseada, surgió la más hermosa realidad ¡Estábamos juntos! Sin hora de regreso, sin aquellos ojos vigilantes que soportábamos siempre.


Gozamos, reímos, nos nutrimos e incluso hasta alguna lágrima nos sorprendió indefensos. Tanta felicidad nos abrumaba... La música a todo volumen, unidas nuestras manos y nos compramos el mundo. Comenzó a llover y hasta el tic-tac del parabrisas nos susurraba: “Toquen el cielo, no lo dejen escapar”.


Mas, al llegar a una esquina un loco tronchó lo perfecto. Patinaron las ruedas, aquel chirrido insoportable y los frenos no respondieron...


Yo nací y morí esa noche, de él sé que sigue viviendo pero mi presencia lo visita cada noche.


Rosalía ocupó mi lugar. Nada ni nadie se lo impidió. Hoy es María Alicia López de Rivero. Mudamente todos accedieron impulsados por la comodidad de evitar turbadoras explicaciones.


Esa noche había muerto Rosalía Menéndez. Los documentos lo certificaban.

Lili Frezza

noralilianaf@yahoo.com.ar



No hay comentarios: